Un día cualquiera, así porque sí, salí de viaje con unos compañeros a un pueblecito de los alrededores de Salamanca, de visita. Se llama Morille.
Lo que pudimos descubrir, con la ayuda de un guía, fueron murales en paredes, una especie de tanques expuestos en un llano, una escultura a lo grande como estación de autobuses y otra figura de hojalata en homenaje a una maestra rural.
Es un poco lo que representa el pueblo y lo que te puedes encontrar en él.