Te levantas una mañana sin saber qué va a ocurrir durante ésta. No piensas en ninguna cosa en particular, ni nada especial, Sólo que te levantas. Pasan los primeros momentos de cuando ya estás despierta, y sí, ya la cabeza empieza a funcionar al 80%. Comenzando por empezar a planificar el día tal como te gustaría que sucediese.
Cuando sales por la puerta para empezar tus tareas del día, la cabeza está ya al 100%, dando vueltas intentando controlar tus acciones y lo que te gustaría que pudiese ocurrir. Y la cabeza se empieza a llenar de pensamientos, uno, dos, tres...y ya no puede parar.
Cuando llega la noche, y te metes en la cama, la cabeza comienza a descansar, y por decirlo de algún modo se resetea mientras duermes.
Así al día siguiente despiertas con la cabeza limpia y despejada. Hasta que en umos minutos se pondrá a funcionar de nuevo como cada mañana.