domingo, 23 de noviembre de 2025

Pensamientos de última hora. 72

Cuando te das cuenta que llevas pensando en una persona mucho rato y que tu cabeza y tu corazón se pelean por ponerse de acuerdo, lo que prevalece en esos momentos es la atracción intensa que tienes hacia esa persona.

Cuando te das cuenta de que realmente te gusta esa persona, que deseas sus besos, abrazos y palabras de amor, te sumerges en una nube de fantasía donde lo que sueñas lo sueñas conscientemente y lo quieres revivir constantemente. Fantasía creada, fantasía soñada. Fantasía cumplida en lo real.

Hasta que lo encuentras, le ves, le saludas. Y las miradas de uno hacia el otro desembocan en chispas en las pupilas y destellos en los que el rostro brilla envolviéndole en armonía en ese momento.

Después de los encuentros, llegan esos instantes de recuerdo donde la cabeza se vuelve repetitiva para rememorar tantos momentos vividos tan intensamente.

Hasta que llegue un nuevo encuentro. Que llegue prontamente. Lo deseas con pasión en el corazón.

Y cuando vas llegando al sitio del encuentro, y cuando le ves llegar, y cuando ya el saludo con un beso se ha producido y tintinea la magia a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que estamos dentro de una burbuja invisible a todos pero no a nosotros, burbuja con la que caminamos ajenos al exterior, inmersos en un profundo sentimiento en el que somos correspondidos el uno y el otro, sentimiento correspondido el uno con el otro.

Y pasan los días y te preguntas cómo pasarán todos si lo que buscas en él lo encuentras sólo en él.

Y te das cuenta de que deshojando una margarita siempre llega el sí. Y eso quieres para ti, que te regale un sí.

Un sí para ti sola. Un sí para guardarlo. Un sí para recordarlo.


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