A veces los pensamientos se convierten en historias. Como ésta,
"Muerte de frío". A pesar del calor, nada mejor que el frío del invierno para pasar un rato de verano.
"...Cada vez que llegaba el frío, le dolía el alma. Era su mayor enemigo. A nada temía más que al frío.
Cuando se aproximaba la temporada se le veía caminar de un lado para otro, nervioso, murmurando palabras y frases, como si estuviera rezando. Solía decir, asustado: "Un día de estos me muero de frío". Nunca hablaba de su miedo al frío, tanto era su temor que sacar ese tema le producía pánico. Se ponía como loco buscando cartones, mantas viejas y sacos sucios para atenuar las bajas temperaturas arropándose con ellos. Pero así y todo lo pasaba mal. Lo decía su rostro: la forma en cómo miraba mostraba un dolor áspero, seco, cortante, el dolor del frío. Perdía la sonrisa y no volvía a sonreír hasta la primavera, como los pajarillos. Más de una vez creí que nos había dejado, pues el frío le dejaba inmóvil, parado, como muerto. Ni siquiera las hogueras de la esquina eran suficientes para devolverle el calor a su cuerpo. Últimamente lo veía poco. Estaba peor que nunca. Ya no se movía, acurrucado en el portal de la casa, ni me podía hablar.
Ya no volverá a recoger cartones, ni sonreirá esta primavera. Ya no tendrá nunca más que temer al frío".
