Ya se van notando las tardes más largas.
Con ellas, las luces de la ciudad se encienden más tarde, y las gentes se guardan en casa un poco más tarde.
Mi pensamiento de hoy gira en torno a la reacción que este fenómeno produce en el cuerpo y en la cabeza.
Días más largos, asoma la primavera. Y con ella los pólenes, las alergias, los estados bajos de ánimo, malestares del cuerpo, que se reflejan en la cabeza, en el cerebro.
El tiempo lo hace todo para que uno no se quede en casa, pero cuando uno sale se encuentra mal, y de alguna forma estará siendo atacado por esos fenómenos externos que impiden estar a gusto.
Hay un período de acomodación, de movimiento de vayvén, como uno que se marea y tras varios segundos restablece la estabilidad.
Algo parecido ocurre mientras las personas se van acostumbrando a los cambios, se van fundiendo con el clima, la luz solar, las horas de paseo, etc.
Me molesta la cabeza, y el cuerpo.
Culpo al tiempo, y a la estación, y al clima.
Que pase pronto.
Me falta el período de acomodación.
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