Cuando la muchacha se dio cuenta, casi sin darse cuenta, ya estaba llevándose todo el amor. Sin esperarlo, sin buscarlo, pero ahí ya estaba, inmersa en el abismo de los precipicios profundos y vertiginosos de lo que ella llamó enamoramiento traspasado hacia el corazón.
La muchacha se abandonó a los brazos de su sueño, su alegría, su amor.
Y ahí se quedó. Sin saber. Un sí o un no. Fuese lo que fuese, se sentía enamorada. Casi sin darse cuenta.
Casi sin darse cuenta. Un episodio más para su vida. Un episodio más.